Después de muchos meses de espera, por fin hemos podido retomar las actividades de formación e intercambio de experiencias. En este curso, siguiendo con la línea inclusiva que queremos aportar desde el AFA, hemos denominado a estos espacios “ESCUELA DE FAMILIAS”, queriendo poner el foco en que lo aprendido es nutritivo para todo el sistema familiar.
Nos pareció adecuado estrenar nuestra escuela de familias, abordando justo el tema de la pandemia, que es el motivo que había tenido inactivo tanto tiempo estas actividades. Y lo planteamos en relación a la familia.
Además, desde el inicio de la pandemia y de los confinamientos y cuarentenas, hemos observado cómo los niños y niñas se han visto expuestos a un mayor uso de pantallas, tanto para ocio, para facilitar conciliación y teletrabajo, como para cumplir con el programa educativo. Esto nos generaba cierta inquietud, y decidimos hablar de ello en el segundo encuentro de la escuela de familias.
Y para terminar el trimestre, quisimos seguir con pautas que cuidan y que nos cuidan, abordando el tema de la alimentación saludable y cómo enfocarlo.
Sabemos que hay personas que se quedaron con muchas ganas de participar, y no les fue posible. Sabiendo que en ningún caso lo que aquí os contemos es sustitutivo de las charlas, nos apetecía compartir al menos parte de la información y de las vivencias que se dieron
INFANCIA Y FAMILIA EN TIEMPOS DEL COVID
Cuidar y educar. Algunas claves para el acompañamiento emocional
Para abordar este tema, contamos con la presencia de Ana González Uriarte, psiquiatra infantil y terapeuta sistémica, y con amplia experiencia como docente y en divulgación.
Comenzamos la charla con una reflexión individual sobre qué nos había traído a ella, y cuáles eran nuestras inquietudes particulares sobre el tema.
El punto de partida para Ana, fue revisar cuales son las necesidades básicas en la infancia. Estas necesidades incluyen desde la alimentación, el sueño, la protección, hasta garantizarles experiencias generadoras de salud, pasado por supuesto por un vínculo de apego seguro, presencia marental-parental o tiempo de juego (entre muchas otras).
Conocer esto es importante, porque solo entendiendo lo que la infancia necesita, podemos estar en disposición de ofrecerlo. Algunas de estas necesidades las tenemos más presentes, pero hay otras que nos cuesta más incluir en la categoría de necesidad. Teniendo en cuenta el efecto amortiguador que tienen sobre los efectos de la pandemia, nos paramos a revisar tres de ellas: la necesidad de vínculo de apego seguro, la necesidad de relaciones afectivas estables, y la necesidad de presencia marental-parental y cuidado entrañable.
El vínculo de apego es el lazo afectivo que se forma entre el niño/a y un número reducido de personas que le impulsa a buscar la cercanía y el contacto con ellas a lo largo del tiempo. Está programado de forma biológica, y se da a lo largo de todo el ciclo vital.
A través de este vínculo, los niños y niñas van construyendo una imagen de sí mismos, se van generando una idea de cómo son las relaciones, y por extensión, de cómo es el mundo.
Desarrollar un apego seguro (o lo más cercano a ello) va a generar en los niños y niñas la sensación de ser queridos, de ser suficientemente valiosos para generar atención y amor en otros/as. Además les hace predecibles las reacciones de las figuras de confianza, viviendo el mundo como previsible, y generando en ellos/as una sensación de seguridad. Desde esta base segura, pueden lanzarse a explorar el mundo, sabiendo que si esa seguridad se ve amenazada, pueden volver a su refugio y serán protegidos/as.
Por eso esta necesidad básica es tan importante en tiempos de pandemia, por su gran efecto regulador del estrés.
Obviamente, no podemos pasar por alto la individualidad de cada niña/o. Tendrán una serie de características únicas que están recogidas en su temperamento. Esto hace que ante una misma situación “estresante” haya distintos niveles de reactividad en ellos/as.
Vimos también cómo la crisis por pandemia tiene unas características particulares que la hacen diferente de otras situaciones de estrés: es masiva (no hay escape), tiene impactos múltiples (no hay salida a la normalidad) y es duradera (crónica, con estresores de intensos a moderados).
Como decíamos antes, no tiene el mismo impacto en todos los individuos. El impacto en la infancia va a estar mediado por factores como: desarrollo evolutivo, experiencias vitales, traumas anteriores, estado de salud en la familia, que haya habido pérdidas familiares, familiares trabajando en primera línea, estilo de apego, capacidad de regulación generada por ese estilo de apego, entre otras.
Como resultado de la combinación de todos estos factores, a veces aparecen algunas consecuencias: miedos, ansiedad, desánimo, trastornos de la conducta alimentaria, síntomas postraumáticos, duelos, etc. Hay que tener en cuenta que los/as más pequeños/as, debido a su menor capacidad de expresión verbal, tenderán a mostrarlo a través del cuerpo con síntomas psicosomáticos: cambio en el apetito y en el sueño, irritabilidad, cambios en conductas, etc.
También pudimos ver en la charla, como en situaciones de estrés se activa el sistema nervioso autónomo, tanto en la rama simpática (generando reacciones de lucha-huida, hiperactivación) como en la rama parasimpática (generando reacciones de bloqueo- congelación). Mientras que las conductas debidas a la activación de la rama simpática la relacionamos comúnmente con el estrés, y nos resulta más fácil entender lo que les está pasando a los/as niños/as, no nos resulta tan conocidas las manifestaciones del estrés relacionadas con la rama parasimpática como bloqueo, silencio, falta de actividad, es decir, las que tienen que ver con hiporeactividad. Y es importante que las tengamos también presentes.
Y sabiendo todo esto, la gran pregunta era ¿Y qué podemos hacer desde las familias?
Ana nos sugiere como herramienta el método A.M.A.R. (para aplicar en situaciones de estrés):
- Atención
- Mentalizar
- Automentalización
- Regulación
Atención: Se trata de observar las conductas externas, escuchar, sin juicio, sin reaccionar.
Mentalizar: se trata de tener en mente su mente. ¿Qué puede estar sintiendo? ¿Qué puede estar pensando, recordando, imaginando? ¿Qué puedes estar necesitando hacer o expresar a través de esa conducta?
Automentalización: Se refiere a darnos cuenta de nuestros estados mentales ¿Cómo estoy yo? ¿Qué me está pasando a mí?
Regulación: Dado que aún no tienen la capacidad de autorregulación desarrollada, tenemos que funcionar como reguladores externos. Somos modelos que van a ir integrando. Nos toca atender, conectar y calmar. Hacer una contención, proporcionándoles estructura, facilitándoles la comunicación.
Por último vimos algunos ingredientes que favorecen ese apego seguro que forma parte de sus necesidades básicas, como: ofrecerles tiempo y presencia, generando espacios diarios en los que pueda darse la comunicación (sin forzar), interesarnos por lo que a ellos les interesa, permitirles espacio y tiempo de juego, realizando actividades en familia (ejercicio, meditación, actividades creativas, tiempo en la naturaleza) y con actividades con otras familias.
Y todo lo anterior, sin exigencia, ni hacia ellos/as ni hacia nosotros/as.
EXPOSICIÓN A PANTALLAS EN LA INFANCIA
Efectos sobre el desarrollo infantil. ¿Qué podemos hacer desde la familia?
Contamos de nuevo con Ana González Uriarte para hablar de este tema. Y de nuevo hablamos como punto de partida de la necesidad básica de la infancia de tener vínculos de apego seguro. Serán estas figuras de apego las que funcionarán como reguladores externos de los niños y niñas, hasta que ellos y ellas hayan desarrollado esta capacidad, en parte por un proceso madurativo y en parte interiorizando el modelo externo de regulación que les estamos proporcionando.
También nos recuerda Ana, que el desarrollo socioemocional se adquiere en la relación de apego con la madre y con otras figuras cercanas.
Hablamos de la importancia de distinguir entre necesidad y deseo. No todos lo que nuestras/os hijas/os nos piden con vehemencia son necesidades. Y diferenciarlo es fundamental. Como reguladores externos, tendremos que atender y satisfacer las necesidades y modular los deseos.
Recordamos también cómo el cerebro de nuestros/as hijos/as está en construcción, y durante sus primeros años, se están desarrollando sus capacidades (muchas de ellas relacionadas con el autocontrol, el aplazamiento de la gratificación, la integración de normas sociales) y también están construyendo una imagen de sí mismos, de cómo son las relaciones y de cómo funciona el mundo.
Revisamos desde el punto de vista neuropsicológico, como funcionan algunos sistemas, como el del estrés, y en especial, cómo funciona el circuito deseo-placer- recompensa. Vimos el papel fundamental que juega la dopamina. «Es la molécula del deseo, la que controla nuestros impulsos, y la que nos incita a buscar siempre nuevos estímulos».
En el caso de los videojuegos, contienen muchos elementos que favorecen la liberación de dopamina (sorpresa, atractivo por la complejidad y por la novedad, expectativas de recompensa), favoreciendo un mecanismo adictivo. El cerebro se habitúa a altos niveles y cada vez necesita más. Podemos reconocer este efecto en jóvenes que parecen no motivarse con nada, o no disfrutar con nada. Hay que decir además, que el cerebro en construcción no distingue del todo realidad y ficción.
Por otra parte, el sistema de estrés se ve afectado. De forma natural, el cortisol (hormona implicada en el estrés) tiene un ritmo cíclico, aumentando por la mañana y disminuyendo por la noche. Sin embargo, el uso de videojuegos facilita que se mantenga en niveles altos.
Además del factor adictivo, del factor generador de estrés y de la dificultad con el control de impulsos, también pusimos el foco en los factores indirectos a los que afecta. Y es que el tiempo empleado en pantallas es tiempo que se resta de otras actividades, como el intercambio afectivo y verbal con los padres y madres, la interacción con iguales, el juego libre que potencie la imaginación y contacto con la naturaleza, que son los factores que sabemos que afectan de una forma fundamental y positiva en el desarrollo de la infancia.
Algunos efectos comprobados de la sobreexposición a pantallas son:
- Peor desarrollo cognitivo
- Retraso en lenguaje y lectoescritura y peor desarrollo motriz
- Peor control atencional
- Peor desarrollo socioemocional
- Sobrepeso y obesidad
- Agresividad
- Trastornos del sueño
- Afectación de la autoestima
También comentamos la influencia de los modelos que aparecen a través de los contenidos (en el propio videojuego, en la publicidad que contienen, etc.). Son modelos que van generando en ellos referencias no saludables, que pueden influir negativamente en su autoimagen o en sus hábitos. Y pudimos reflexionar sobre cómo subestimamos el tiempo que le dedicamos a las tecnologías, incluso en el caso de los adultos. Tendemos a pensar que lo usamos mucho menos de lo que lo hacemos, y esto facilita la normalización y la sobreexposición.
Por suerte, pudimos hablar sobre qué podemos hacer desde las familias:
- Estar presentes y disponibles
- Escucharles
- Comer en familia sin pantallas de ningún tipo
- Ofrecer otras alternativas que impliquen presencia, disfrute compartido, tiempos lentos
- Ser ejemplo, siendo sus modelos y haciendo de espejo
Y con los niños y niñas más mayores, nos recomienda poner límites tanto de tiempo como de espacios y contenidos:
- Ponerse de acuerdo madre y padre
- Dejar todas las pantallas fuera de las habitaciones
- Desconectar a una hora pactada
- Usarlas en espacios compartidos fuera de las comidas
- No dejarlos solos frente a las pantallas
Cuanto más pequeños son, más fácil es de gestionar. Un niño acostumbrado a jugar y entretenerse sin pantallas no las va a pedir.
ALIMENTACIÓN EN LA INFANCIA Y ADOLESCENCIA
En esta charla, Belinda comenzó explicándonos la clasificación de los alimentos en 4 grupos:
- Alimentos sin procesar o poco procesados: Los ingredientes. Pueden estar sometidos a procesos físicos
- Ingredientes culinarios: Se extraen de los alimentos o de la naturaleza y se usan en combinación con otros grupos
- Alimentos procesados: Grupo 1 + grupo 2 + proceso de conservación
Alimentos muy procesados: Son los ingredientes industriales y aditivos. Queda muy poco del alimento original. Son los menos interesantes desde el punto de vista nutricional
Belinda nos recomendó priorizar en la cesta de la compra los siguientes alimentos:
- Frutas (mejor enteras que en batidos o zumos)
- Tubérculos
- Frutos secos(mejor tostados o naturales, limitando los fritos y salados)
- Aceites (mejor los vírgenes)
- Lácteos y derivados(mejor enteros)
- Carnes y vísceras (limitar las carnes procesadas como embutidos o salchichas)
- Verduras y hortalizas
- Cereales(priorizar los de grano entero)
- Legumbres
- Bebidas vegetales
- Pescados y mariscos
- Huevos (mejor camperos o ecológicos)
Para saber cómo combinar los alimentos de cara a nuestros menús diarios, hablamos de la rueda del plato. En este caso aparecen cuatro grupos:
- grupo 1: grasas
- grupo 2: Proteínas
- grupo 3:carbohidratos
- grupo 4: Frutas y verduras.
Las pautas para combinarlos serían las siguientes:
- Elige 1-2 alimentos del grupo 1
- Elige 1 alimento del grupo 2
- Elige 1-2 alimentos del grupo 3
- Elige más de 1 alimento del grupo 4
Lo que personalmente me pareció más importante de toda la charla, fue la actitud frente a los momentos de comida que Belinda nos intentó transmitir. Nos animó a afrontar el tema de la alimentación sin hiperexigencias, alejándonos de la idea de alimentación perfecta, para sustituirla por la opción de ir incluyendo alimentos saludables en vez de prohibir los que no lo son. Hablamos sobre el efecto de la prohibición y cómo aumenta el deseo por el alimento prohibido. También nos sugirió no poner etiquetas a los alimentos (evitar bueno/malo, saludable/no saludable, etc.). Por supuesto confiar en la sensación de hambre o saciedad de los niños y niñas, respetándolas. En definitiva, entender la relación de nuestros/as hijos/as con la comida, como una apuesta a largo plazo.
Pronto volveremos con nuevas propuestas. Si queréis sugerir temas o sois expertos/as en algo que os apetezca compartir, estaremos encantados/as de organizarlo.