Fiesta del Solsticio en el DVD

El solsticio es una época especial de recogimiento, de días cada vez más oscuros, todo va más lento, nosotros estamos más cansados, nos apetece estar más en familia… Pero a partir de aquí, los días son más largos y volvemos a tener más energía. El sol vuelve a vencer, como el “Sol invictus” que celebraban en estas fechas los romanos. De la misma manera, el solsticio se sigue celebrando en muchas partes del mundo. En todas ellas, simboliza lo mismo: el triunfo de la luz frente a la oscuridad, el renacer, volver a empezar y eso es lo que desde la AFA deseamos para todas las familias: retomar el curso después de vacaciones con energías renovadas, ilusión y nueva luz.

El 21 de diciembre es el solsticio de invierno en el hemisferio norte, un fenómeno astronómico que ocurre cuando el hemisferio de la Tierra alcanza su máxima inclinación alejándose del Sol (esto sucede debido a la inclinación del eje terrestre). Así el Sol alcanza su punto más bajo en el cielo y su trayectoria es la más corta del año, lo que provoca el día con menos horas de luz y la noche más larga. 

El solsticio de invierno ha sido un evento clave para muchas civilizaciones antiguas, marcando el inicio del renacimiento del Sol y la promesa de días más largos. Su importancia se reflejaba en rituales y celebraciones:

En el antiguo Egipto: Se relacionaba el solsticio con el renacimiento del dios Osiris, vinculado a la fertilidad y el ciclo de la vida. Se cree que la luz del sol entraba en templos como el de Karnak de manera especial en este día, simbolizando la renovación de la energía solar y la conexión con los dioses.

Los mayas eran grandes astrónomos y alineaban muchas de sus pirámides con el solsticio. En Chichén Itzá, la pirámide de Kukulkán proyecta un efecto visual en los equinoccios, pero también hay alineaciones con los solsticios en otros templos. Para los mayas, este día marcaba un cambio en la relación entre el Sol y la Tierra, influyendo en la planificación de la agricultura y en sus creencias religiosas.

Los romanos celebraban la Saturnalia, una festividad dedicada a Saturno, dios de la agricultura. Se organizaban banquetes, intercambiaban regalos y había un ambiente de gran alegría, donde los roles sociales incluso se invertían temporalmente, permitiendo a los esclavos participar en las festividades. Además, el 25 de diciembre se conmemoraba el Dies Natalis Solis Invicti («Nacimiento del Sol Invicto»), una festividad dedicada al dios solar Sol Invictus, que simbolizaba el renacimiento de la luz tras los días más oscuros del año. Más tarde, esta celebración influyó en la Navidad cristiana.

En Escandinavia, los vikingos encendían grandes hogueras y celebraban el Yule, como símbolo de luz y fertilidad, además de realizar banquetes y rituales para honrar a los dioses nórdicos. Esta tradición también influyó en la Navidad.

 

Cada una de estas civilizaciones veía el solsticio como un evento cósmico sagrado que representaba el renacimiento, la fertilidad y la esperanza.

Actualmente, se sigue festejando en diversos países: en Japón con el Toji, donde se toman baños de yuzu, en Perú con el Inti Raymi y en el Reino Unido con reuniones en Stonehenge, donde el Sol se alinea con los megalitos. Este evento sigue siendo un símbolo de renovación y esperanza en muchas culturas.

La propia naturaleza se ralentiza en esta época: los días son más cortos y las noches más largas, lo que afecta los ritmos biológicos de muchas especies. En zonas frías, muchos animales entran en hibernación debido a la reducción de la luz solar y la escasez de alimentos. Las plantas de hoja caduca han perdido su follaje en otoño y permanecen en un estado de latencia, conservando energía hasta la llegada de la primavera. Algunas especies migratorias, como las aves, han cambiado de hábitat buscando climas más cálidos y fuentes de alimento…

Nosotros mismos experimentamos una reducción de la melatonina y la serotonina, lo que influye en nuestro estado de ánimo: La menor exposición a la luz natural provoca un aumento en la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño, lo que puede generar sensaciones de fatiga y somnolencia durante el día. Por otro lado, la falta de luz reduce la síntesis de serotonina, un neurotransmisor clave para el bienestar y el equilibrio emocional, provocando síntomas de tristeza, irritabilidad y desmotivación.

Desde la AFA quisimos abrazar este solsticio para despedir el año y despedirnos antes de las vacaciones de navidad pasando un ratito junt@s. Leímos cuentos sobre el solsticio y después simbolizamos la llegada de la luz y los días más largos haciendo farolillos y velas artesanales. Para terminar, salimos al patio, donde nos reunimos alrededor de una espiral de elementos naturales encendida para iluminar nuestros mejores deseos y propósitos para el año nuevo.

Deja un comentario